miércoles, 17 de noviembre de 2010

Madera peluda

Se come el coco. Le dijeron mil veces que no lo haga, pero El Mago se come el coco. Va y viene dentro de la habitación. Dejá de comerte el coco, Mago, así le dijeron. Se sienta en la cama. Patea la zapatilla solitaria que aparece tirada en el medio de la alfombra. En esa misma habitación. Se come el coco El Mago. No puede parar en ese ida y vuelta. Hasta que suelta la cuchara sobre la mesa de luz. Suelta la cáscara de madera peluda, marrón, sobre el vidrio que cubre la madera y deja ver, por debajo de la transparencia, tres fotos de las vacaciones con los pibes de 5º grado en Monte Hermoso. Qué de aguas vivas, por favor. ¿Qué habrá sido del Manguera? ¿Y de la loca Ponti? Suelta el borde de la cáscara de madera peluda sobre el vidrio. Y la cuchara. El Mago. Que se tomó el jugo. Masticó la pulpa blanca con gusto a tiza. Se comió el coco El Mago. Todo.

martes, 16 de noviembre de 2010

Está bien.

Todos los individuos groseros tienen necesidad de la nota sexual; es ella, incluso, la que los distingue. No pueden contar anécdotas fuera de la sexualidad, no saben tener espíritu fuera de la sexualidad. Ven en todos los pares una razón sexual de ser pares.
Barón de Teive.